miércoles, 1 de enero de 2020

Patagonia Rutas por el Cono Sur


Con "El Calvario" por La Patagonia

Cuenta viejos relatos que el nombre de la zona proviene del paso del navegante Magallanes al ver los grandes pies de los moradores de estas tierras, denominándoles patones o patagones, el caso es que con ese apodo se quedó parte de esta comarca del Cono Sur hasta el día de hoy.

La Patagonia es una región geográfica, histórica y cultural ubicada en el extremo del continente americano. Políticamente comprende territorios de Chile y de Argentina.

 Lugares más emblemáticos de la zona patagónica



Enclavados dentro de la gran Cordillera de Los Andes en su enclave más sureño y denominados como Andes meridionales, patagónicos o australes según qué geólogo los considere, tienen a su cuidado grandes cumbres y campos de hielo que han sido codiciados por escaladores y aventureros.

En esta zona no hay grandes cumbres tipo Aconcagua que abrumen con sus 6960m o los grandes nevados volcánicos del altiplano andino en Perú como Ojos del Salado y Huascarán muy cercanos en altura a la cumbre argentina.

Por aquí destacan cumbres de menor crecimiento tipo monte San Valentín con sus 3910m, pero de dificultad extrema como el monte Fitz Roy o Cerro Chaltén con sus 3375m, el Cerro Torre 3133m, el  Cerro Paine Grande 3240m y las Torres del Paine 3000m.

 Campos de hielo en la Patagonia


También contiene este territorio dos grandes campos de hielo, el Campo de hielo patagónico sur y norte. El primero de estos asociado al glaciar Perito Moreno en la zona de Calafate, es visitado y conocido a nivel mundial, y el segundo de menos entidad próximo a Perito Lubreno. Más allá del estrecho de Magallanes, la cordillera continua en los Andes Fueguinos que terminan en la isla de los Estados.

Después de haber conocido la amplitud de los Pirineos, la grandeza de los Alpes y la inmensidad del Himalaya, desde este ilusionado grupo de montaña que fue “el Calvario” nos disponíamos a cruzar el charco grande para dar vuelo a nuestros sueños bajo la batuta de Juan Carlos, gran embaucador de ilusiones y encantador de lagartos y baifos.

En cuanto se propuso la idea de recorrer sus caminos y bosques, los compañeros de fatigas acogimos con gran interés esta nueva aventura, condicionándose el acudir a disponer de las fechas o el excesivo precio.
Ya se sabe que asistir a estos lugares tan distantes se encarece en demasía, pero hay que reconocer que merecen la pena y al final las vivencias son positivas. Aunque se pueda considerar el ir sin guías y acogerse a los locales, la responsabilidad de organización es abrumadora y, cuando es un grupo tan amplio, hay que delegar.


25/11/06   Era a finales del 2006, cuando sucedió lo que relato, hace bastante años de ello, pero son episodios que quedan asentados en la memoria cada año con mayor ahinco. Lugares emblemáticos que si se presenta la ocasión hay que disfrutar pues la estancia es efímera.

Ante todo agradecer a Antonio, alias Kasparov, el consentir publicar varias de sus fotos, donde destaca su visión particular del entorno.

Volamos con Air Madrid, efímera línea aérea 



Bueno, pues nos apuntamos 23 y, alguno más que se descolgó a última hora. Los rumores que circulaban sobre Air Madrid, compañía aérea de corta existencia nos mantenían en vilo, ante todo sobre el día de salida pues a pesar de disponer de un día de estancia en Buenos Aires, podía peligrar el enlace con Calafate e irse al traste todo lo planificado.

Aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires



Hubo suerte y salimos a tiempo. Bueno alguno se enganchó a última hora, pero en el avión nos embarcamos parte de los integrantes haciendo el viaje sin incidentes graves, si no mencionamos el olor apestoso en los alrededores de los baños y alguna incomodidad adyacente.
Aterrizamos en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires y una vez cambiado el dinero (casi 4 pesos por euro en aquella época), después de esperar un rato nos recibió Pablo, el guía que nos acompañó durante parte de nuestra estancia porteña.

Artista en el café Tortini donde quitamos el hambre



Durante el viaje del aeropuerto al hotel, Pablo nos comentaba un poco los lugares que transitábamos y, nos propuso para la tarde el hacer una visita en el microbús por los lugares más emblemáticos de la ciudad.

Buenos Aires ciudad de Tango

Y de Maradona, aunque sea de mascarita por El Caminito


Después de acondicionarnos en el hotel NH City, esquina con la Plaza de Mayo, nos reunimos con Fernando y Anselmo que habían llegado un par de días antes desde Tenerife y juntos nos encaminamos al bar-restaurante Tortoni para reponer fuerzas. El local está más acondicionado como café de tertulia y reposo que como restaurante, pero bueno, serenamos los ánimos a base de cerveza Quilmes, ensalada, algo de carne y buen aceite para untar. La deuda fue de 50 pesos (13 euros) y sopesamos que íbamos a disfrutar de buenos bifes a económicos precios comparados con nuestro país.

También de arte, Floralis Genérica de Eduardo Catalano


Por la tarde, a la hora convenida, fuimos recorriendo con el bus la ciudad porteña, para hacernos una pequeña idea de donde estábamos, Buenos Aires es una gran urbe, dicen y así me lo pareció a mí que tampoco conozco más, la más europea de todos las Hispanoamericanas. Hablamos de 6 millones de personas la Capital Federal y 10 el Gran Buenos Aires.


La ciudad de Borges, Gardel y Maradona. Del Boca y su antagonista el River. La recorrimos visitando los barrios de Retiro, San Telmo, la Boca, barrio emblemático, lleno de recovecos, tiendas y cantinas con sabor italiano y, donde se encuentra La Bombonera, cancha del Boca Júnior, cuyo mayor representante fue Maradona.
El gran gomero o Ficus elastica

 
Circulamos por Puerto Madero, Palermo, que es el pulmón de la ciudad y Recoleta. Disfrutamos de algunos monumentos curiosos como la Floralis Genérica, el monumento a Caperucita Roja y caminar bajo un gran Gomero (Ficus) cuyo follaje puede cobijar un colegio.

Asados de cordero patagónico en La Estancia



El pincha del local

 
Por la noche cenamos en La Estancia, comimos mejor carne y bebimos buen vino de Mendoza, del que continuamos saboreando y dando cuenta en los días siguientes.

26/11/06         Por la mañana fuimos al aeropuerto para viajar hasta Calafate provincia de Santa Cruz. Después de facturar un tanto recelosos por el peso, volamos durante tres horas hasta llegar al destino. En los momentos anteriores a la toma de tierra pudimos disfrutar de la visión de los cordones de Cerro Torre y Fitz Roy en la lejanía pues la propagación luminosa era perfecta y el día despejado.

El grupo Calvario casi al completo 


En el Calafate, cuyo nombre deriva de una abundante planta cuyos frutos parecidos a las endrinas (pacharan) se emplean para hacer mermeladas y postres, paramos el tiempo justo para disfrutar de las carnes argentinas en el restaurante de La Tablita, rehogadas con buen vino. Tras reencontrarnos con Raúl que, acompañado de dos simpáticas mozas, su hermana Ángela y Beti, estaban recién llegados de visitar Península Valdés disfrutando del avistamiento de ballenas, delfines, lobos marinos, pingüinos  y demás fauna, se les caían las babas de satisfacción por lo vivido y contemplado.

Por la tarde, fuimos a recibir a Fátima y Ana, para partir después de las presentaciones hacia el Chanten distante 230 km, transitamos un tramo de la mítica ruta 40 que recorre 5000 km paralela a los Andes y es la columna vertebral de Argentina, carretera, en parte de ripio, que ralentizaba la marcha.

Las nubes lenticulares se enmarañan al viento 

Llamaba la atención desde la guagua, la gran extensión de terreno estepario, pampero, todo ello dividido por cercados, no apareciendo más árboles que los álamos necesarios para proteger la estancia del omnipresente viento. Bordeamos el lago Argentino desde el que sus diversos brazos reparten los glaciares del Hielo patagónico Sur, y el Viedma con casi 1000km2 de superficie de hielo

Cena en el Chalten 


Paramos para estirar las piernas en La Leona donde degustamos café y alfajores, dulces típicos del lugar, habituales reconstituyentes en las largas caminatas. Entrada la noche llegamos al Chantén donde cenamos en un bar muy acogedor cuyo nombre no recuerdo. Yo después de la comilona estaba inapetente y no probé bocado, pero tenían buena pinta los chocolates de las vitrinas.

Calle principal del Chalten aun de ripio


Terminada la cena nos dirigimos al hospedaje llamado Fitz Roy, donde una vez recogidos los petates y pertenencias nos repartimos por las diferentes habitaciones y me tocó, como siempre, con el amigo Vicente. La distribución fue del agrado de la mayoría, aunque alguno tuvo que soportar desagradables rugidos.


Oídas las explicaciones de los guías Benito y Juan por parte de Aragón Aventura y Gustavo como nativo, para la actividad de mañana, salimos escopetados para los catres no sin antes preparar la mochila para el primer día de marcha, pues el cuerpo ya pedía jaleo, por no estar acostumbrado a tanta cuchipanda.

Buen Camino

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