El Chaltén en busca del Fitz Roy y Cerro Torre 27/11/06
Rutas desde El Chalten en el Parque de Los Glaciares
Rutas con "El Calvario" en Google Earth
Perfiles de las rutas
1_Rutas desde El Chanten al Cerro Torre, Fitz Roy y Pliego Tumbado
Rutas desde El Chalten en el Parque de Los Glaciares
Perfiles de las rutas
1_Rutas desde El Chanten al Cerro Torre, Fitz Roy y Pliego Tumbado
Poincenot y Fitz Roy
Grupo de Montaña "El Calvario"
De mañana, a las 8:20, después de un copioso desayuno, reunidos todos, se nos presentó a Cristina, guía que nos acompañaría en tres recorridos y que generalmente cerraba el grupo, persona encantadora por su candidez, simpatía y sapiencia, que me ayudo a reconocer un poco la flora del entorno.
Grupo de Montaña "El Calvario"
De mañana, a las 8:20, después de un copioso desayuno, reunidos todos, se nos presentó a Cristina, guía que nos acompañaría en tres recorridos y que generalmente cerraba el grupo, persona encantadora por su candidez, simpatía y sapiencia, que me ayudo a reconocer un poco la flora del entorno.
Después de recogido el Picnic en Fulgía, iniciamos el primer
pateo que se encaminaba hacia el Lago Torre, para ver el cordón de igual
nombre. En un principio estaba previsto hacer el Paso Marconi, pero era más
exigente, por lo que se optó por el primero como adaptación.
La senda se empieza después de cruzar el pueblo de E a O,
que tiene una altitud de 400 mts. Previa explicación del cartel indicativo de
la zona a caminar, tiempo estimado, que ver y consejos, iniciamos la marcha por
el margen izquierdo del Río Fitz Roy que, aunque no tiene que ver nada con el
monte, pues nace en el lago Torre recibe ese nombre.
Rio de Las Vueltas donde se ubica El Chaten
Rio de Las Vueltas donde se ubica El Chaten
El camino discurre por una suave pendiente que al poco nos da perspectiva suficiente para hacernos una idea, que ampliaremos en salidas posteriores, de dónde está situado El Chantén y, cuya ubicación es en el cauce del Río de las Vueltas.
Camino del Cerro Torre con vista al cerro Solo
La vegetación en un principio escasa, compuesta por pequeñas plantas, nos va mostrando ejemplares de arbustos con flores rojas, llamados notros o ciruelillos y árboles retorcidos que forman bosques encantados y son conocidos como lengas.
El tiempo es algo desapacible pasando del frío al calor en pocos minutos dependiendo de la protección que se tenga del viento.
Paso entre lengas, de la misma familia que nuestras hayas
¡Ah!, el viento, que no cesa, es el gran protagonista de la Patagonia y condiciona toda la existencia, pone o quita árboles, permite a los escaladores lograr o frustrar su sueño. Condiciona la visión, te muestra o esconde los cerros a su antojo y te orienta la meada si no quieres repasarte los pantalones.
El impetuoso viento de la Patagonia no tiene nombre, los
residentes lo denominan simplemente viento, otros más refinados Eolo y alguno
se atreve con Kósten o Kóshkil en homenaje a los nativos Teushen hoy
desaparecidos.
Por el valle camino del Cerro Solo
Por el valle camino del Cerro Solo
Algunos vientos tienen fama mundial. Tal es el caso del
"Fhon", "Harmatán", "Siroco", "Simún" y
"Monzón".
Kóshkil, el vigoroso viento que desde la Cordillera de los
Andes se escurre con fuerza entre mesetas, cerros y cañadones buscando
impetuosamente las aguas atlánticas y que su derrotero trastoca todo
asentamiento, organizando la vida a su antojo.
Vista al Cerro Solo
Dejamos una desviación a la derecha que lleva a las lagunas Madre e Hija y continuamos por la izquierda hacia el mirador del Cerro.
A unas dos horas del inicio nos desviamos por la derecha, llegando al rato después de recorrer 4k5, al mirador del Cerro Torre, donde hay un cartel en madera explicando las colinas que se pueden contemplar y que, en nuestro caso, podemos admirar únicamente el Cerro Solo que hace tiempo nos guiaba la senda, el resto estan ocultos por las nubes.
Dejamos una desviación a la derecha que lleva a las lagunas Madre e Hija y continuamos por la izquierda hacia el mirador del Cerro.
A unas dos horas del inicio nos desviamos por la derecha, llegando al rato después de recorrer 4k5, al mirador del Cerro Torre, donde hay un cartel en madera explicando las colinas que se pueden contemplar y que, en nuestro caso, podemos admirar únicamente el Cerro Solo que hace tiempo nos guiaba la senda, el resto estan ocultos por las nubes.
Salir del refugio a la asomada requiere empeño ante la venteada
Disfrutar de la vista del Cerro Torre es una tarea difícil, un “rara avis”, pues es el primer obstáculo que se encuentra las tempestades que se originan en el Hielo Patagónico y se ensañan con él, le golpean y alocan sin dejarlo apenas respirar, es en esos raros éxtasis cuando los intrépitos escaladores aprovechan su descuido para coronar su cima, si la montaña les acepta.
Mirador Maestri en el Glaciar del Torre
Disfrutar de la vista del Cerro Torre es una tarea difícil, un “rara avis”, pues es el primer obstáculo que se encuentra las tempestades que se originan en el Hielo Patagónico y se ensañan con él, le golpean y alocan sin dejarlo apenas respirar, es en esos raros éxtasis cuando los intrépitos escaladores aprovechan su descuido para coronar su cima, si la montaña les acepta.
Mirador Maestri en el Glaciar del Torre
Cómo segundo cometido teníamos previsto llegar al mirador Maestri, por lo que protegidos por el bosque nos encaminamos hacia allí. Obviamos a la izquierda el desvío al Campamento Agostini, por el cual regresaremos y seguimos nuestro camino. Paramos a comer protegidos por el bosque de árboles torturados y nos preparamos para asomar la cabeza en la morrena del Lago Torre.
Posando frente al viento patagónico
La fuerza de viento impone, alguno vuelve al cobijo del bosque, pero el afán de ver más allá, impera y, la mayoría opta por asomarse peleando con el vendaval, asegurando los pasos, contemplamos el lago y la lengua del Glaciar Torre.
Viejo campamento Agostini de espera a mejor tiempo
Después de las fotos de rigor emprendimos la bajada por la morrena para continuar por ella hasta el Campamento de Agostini y la Tirolesa por donde los escaladores cruzan el río para ir al Glaciar Grande y encaramarse a la aguja del Cerro Torre, cumbre codiciada por su mala climatología.
En esta historia no puede faltar el majestuoso Condor
De regreso enlazamos con el camino de subida allí donde ensancha el río y regresamos al Chantén a las 18:00, después de recorrer 24 km, para disfrutar de una buena ducha y mejor cena en la Fulgia, donde las malas lenguas comentaban la aspereza de su regidora holandesa.
28/11/06 Después del desayuno y recogida del almuerzo,
a las 8:20, atravesamos el pueblo dirección N para enlazar con el inicio del
camino al Fitz Roy, próxima al cartel de inicio, hay una cabaña que es
originaria de los primeros pobladores del lugar. Como siempre Gustavo comentó
como discurría la senda, proponiendo formar dos grupos pues arrancábamos con un
poco de cuesta.
Me fui con el primero, una vez terminado el repecho, media hora después, paramos en un mirador para contemplar el estrecho valle generado por el Río de Las Vueltas, nos encontrábamos frente a un promontorio en medio del cauce donde está la estancia de Andreas Madsen, un aventurero danés, pionero en la región a principios del siglo XIX que quedó hechizado por estos parajes.
Valle que forma el río de Las Vueltas
Junto a la roca se encuentra la estancia de Madsen, enamorado de la Patagonia
Pensar alto, sentir hondo, hablar claro, así rezaba un cartel a la entrada de su casa en el Río de las Vueltas.
Parada para tomar resuello
Continuamos ruta bordeando el Cerro León y a poco más de una hora nos desviamos a la izquierda hacia la laguna Capri, para contemplar su encanto y, dejar en su arena testimonio de nuestro paso.
Laguna Capri rodeada de lengas y cumbres
A la vera de Capri, hay alguna desvencijada cabaña de troncos que sirve de refugio ocasional y algún campamento con tiendas de campaña, de grupos senderistas en tránsito por algún circuito programado.
Paraje por El Chorrillo del Salto
Continuamos ruta bordeando el Cerro León y a poco más de una hora nos desviamos a la izquierda hacia la laguna Capri, para contemplar su encanto y, dejar en su arena testimonio de nuestro paso.
Laguna Capri rodeada de lengas y cumbres
A la vera de Capri, hay alguna desvencijada cabaña de troncos que sirve de refugio ocasional y algún campamento con tiendas de campaña, de grupos senderistas en tránsito por algún circuito programado.
Paraje por El Chorrillo del Salto
Caminabamos a la vera del Chorrillo del Salto, entre naturaleza virgen, donde al bosque se le deja fluir, estar a su antojo, tan solo el viento tiene consentimiento para arbitrar la contienda. Intuíamos donde estaba el Cerro Fitz Roy, entre las nubes desperezádose, asomaba de vez en cuando el cerro Poincenot y soñábamos con que mejorase el día.
Nuestra excitación soplaba la nube para auyentarla
Lagunas Madre e hija, al fondo Capri y Viedma
Pasamos el campamento Poincenot y llegamos al de Río Blanco a las 11:30, donde hicimos una parada el grupo de Juan, los rastreadores del primer grupeto ya habían pasado. Comimos algo y repusimos fuerzas para la subida final, son 400 mts de desnivel, hasta la Laguna de los Tres y al golpito se llevan bien.
Laguna de los tres antesala al cordón del Fitz Roy
Al fin se mostró en su esplendor
Poco a poco, en una hora, fuimos llegando a la orilla de la Laguna, que estaba helada y cubierta de nieve. El Fitz Roy o Chantén (montaña que echa fuego) se veía casi entero, aun humeaba un poco y aprovechamos el instante para fotografiarnos con todas las compañías y posturas.
Majestuoso Fitz Roy o Chalten
Una hora después de gozar del espectáculo, y liberados de las mochilas, que Benito se encargó de cuidar, nos acercamos a ver la Laguna Sucia generada por el glaciar del Río Blanco, de un color azul eléctrico intenso, preciosa, limpia como los chorros, cuya suciedad no asume nuestro inconsciente. Soplaba un viento muy fuerte y no se podía exponer uno en su deleite.
Vista al Cerro Polo
Una hora después de gozar del espectáculo, y liberados de las mochilas, que Benito se encargó de cuidar, nos acercamos a ver la Laguna Sucia generada por el glaciar del Río Blanco, de un color azul eléctrico intenso, preciosa, limpia como los chorros, cuya suciedad no asume nuestro inconsciente. Soplaba un viento muy fuerte y no se podía exponer uno en su deleite.
Vista al Cerro Polo
Regresamos de nuevo a la Laguna de Los Tres cuyo nombre es en homenaje a los tres primeros escaladores del Fitz que fueron alpinistas franceses. El Fitz, y todo su entorno aparecían limpios de nubes, imponentes majestuosos, encantadores que como decía Madsen al respecto “Sí, es verdad, lo liso de las paredes, la impetuosidad de los vientos, los desmoronamientos de piedras, todo esto puede ser superado, pero ¿cómo vencer al encantamiento de la montaña?”. Realmente embelesa su contemplación.
En Río Blanco ya de regreso
Después de repetir las fotos anteriores con la visión mejorada emprendimos el regreso a las 14:30, descansamos todos en el Campamento Río Blanco y descendimos no pudiendo reprimirnos el darnos la vuelta y admirar tanta belleza dejada atrás.
Después de repetir las fotos anteriores con la visión mejorada emprendimos el regreso a las 14:30, descansamos todos en el Campamento Río Blanco y descendimos no pudiendo reprimirnos el darnos la vuelta y admirar tanta belleza dejada atrás.
Imposible no darse la vuelta y embelesar el espíritu
Uno de los arroyos en el regreso por río Blanco
A las 18:00 llegamos al pueblo, después de recorrer 24km.
Buena ducha y exquisita cena en El Muro donde disfrutamos de una Lasaña muy
rica.
29/11/06 Al tercer día de estancia, correspondía en
teoría la actividad más exigente, pues queríamos llegar al paso Marconi y ver
el Hielo Continental o Patagónico Sur una inmensa lengua de hielo de 350 km de longitud y entre
60 y 80Km de ancho.
Con las primeras luces, camino del Lago Eléctrico
No pretendíamos ir muy lejos, pero se necesitaba cierta destreza en manejo de los crampones. La tarde del día anterior, se nos asignaron los pinchos y cada uno los ajustó a sus botas. Practicamos la marcha y giros sobre la hierba de la hostería y los metimos en la mochila para entrenar la espalda, además, Benito había comentado la noche anterior el llevar también unas zapatillas para cruzar el río por si venía con mucho caudal.
Con las primeras luces, camino del Lago Eléctrico
No pretendíamos ir muy lejos, pero se necesitaba cierta destreza en manejo de los crampones. La tarde del día anterior, se nos asignaron los pinchos y cada uno los ajustó a sus botas. Practicamos la marcha y giros sobre la hierba de la hostería y los metimos en la mochila para entrenar la espalda, además, Benito había comentado la noche anterior el llevar también unas zapatillas para cruzar el río por si venía con mucho caudal.
Río Eléctrico
Un poco más cargados que otras veces y habiendo madrugado, sobre las 6:00 partimos en furgonetas hacia el puente sobre el Río Eléctrico, nada más bajarnos nos dieron la monserga sobre el mal día que se presentaba y la dificultad de la faena, quedando grabado en el inconsciente que no llegaríamos a ver la otra orilla.
Iniciamos la marcha por un bonito bosque de lengas y ñires a
la orilla del río, comidos por líquenes y barbas de capuchino. Ambos son de
familia de los nothofagus, casi idénticos, su diferencia en las nervuras de sus
hojas, ya que el ñire tiene menos y no son simétricas. Hace años se consideró un
género hermano de nuestras hayas familia fagus, del hemisferio norte, pero hoy
está diferenciado su estudio.
En dos horas llegamos a La Piedra del Fraile, descansamos en
su remanso y continuamos hacia el Lago Eléctrico a pecho descubierto sin la
protección del bosque. El terreno era muy pedregoso, en sus rincones
descubrimos la Chaura o Manzanila, pequeño arbusto de frutos comestibles y
cierto sabor a manzana.
A mitad del brazo derecho del lago antes de vadear el río Pollote saltando de piedra en piedra, nos agrupamos todos y de nuevo la misma cantinela del inicio, malas perspectivas y pocas ganas de avanzar, llegándose a la situación de dividirse el grupo en dos, uno hacia el Glaciar Pollote y otro hacia el Paso Marconi. Me apunté al segundo y, por la ribera del lago Eléctrico, aparecían ráfagas de viento que te obligaban a extremar las precauciones, agachándote para mantener el equilibrio.
Durante el paso por la cola del Eléctrico pudimos comprobar
algunos el porqué de su nombre. De pronto oímos un crujido, como el restallido de
un rayo y nos preguntamos unos a otros que podrían ser, concluyendo que era el
silbido del viento al chocar con las paredes del lugar.
Este viento siempre me trajo la sensación o me recordó la idea
de que estamos lejos. No me preguntes lejos de qué, eso no importa o no lo sé
exactamente, pero al sentir el viento me siento en una zona lejana, una de esas
zonas al borde el mundo.
Parada para reponer energías
En un recodo del Campamento La Playita a las 11:30, aprovechamos para comer algo. Vimos un grupo de cuatro personas, bien equipadas, con raquetas y grandes mochilones pasar por la playa de regreso a La Piedra.
Avanzando hacia Marconi
La verdad, el panorama no pintaba bien
Una vez recuperados nos dirigimos al glaciar Marconi por el margen de su laguna siguiendo las pircas o mojones. Al rato, penetramos en su glaciar totalmente roto y arrastrando un pedrerío enorme, tanto es así, que caminamos un km sin pisar apenas el hielo y no fueron necesarios los crampones.
En un recodo del Campamento La Playita a las 11:30, aprovechamos para comer algo. Vimos un grupo de cuatro personas, bien equipadas, con raquetas y grandes mochilones pasar por la playa de regreso a La Piedra.
Avanzando hacia Marconi
La verdad, el panorama no pintaba bien
Una vez recuperados nos dirigimos al glaciar Marconi por el margen de su laguna siguiendo las pircas o mojones. Al rato, penetramos en su glaciar totalmente roto y arrastrando un pedrerío enorme, tanto es así, que caminamos un km sin pisar apenas el hielo y no fueron necesarios los crampones.
Ante lo avanzado del día y visto que no íbamos más lejos, regresamos por el mismo camino huyendo del viento y la tormenta que nos acechaba.
Regreso de la aventurilla, aunque constatamos como se las gasta Eolo por estos lares
Lago Marconi
Paramos largo tiempo en la Piedra de Fraile donde nos comentaron que los alpinistas que avistamos, habían desistido de cruzar el Paso debido al fuerte viento, frustrándose el inicio de la travesía al Hielo Patagónico.
Cuando salíamos amenazaba lluvia que nos cogió a mitad del
bosque y no pegó un buen remojón hasta subir a la furgoneta a las 19:30 después
de recorrer 31 km.
Estos intentos hay que hacerlos desde más cerca para iniciar la marcha con el amanecer, pues las distancias son muy grandes y las condiciones casi siempre inhóspitas.
Flor eldeweis de la zona, muy diferente a la de Pirineos
La cena fue en el Viejo donde degustamos el cordero patagónico (oveja merina) de descendencia hispana, asado “al palo” o a la cruz, forma característica de cocinarlo, aliñado con chimichurri, dependiendo de los gustos.
Creo que fue aquí donde probamos el postre de calafate, arbusto espinoso con bayas parecidas al endrino y, cuya ingesta por una persona, según la leyenda conlleva escupir las abundantes semillas, si no se quiere caer en su embrujo que crea un lazo duradero con la Patagonia, que te obliga a regresar a su encuentro.
30/11/06 Desayunamos tarde y cerca de las diez
iniciamos el recorrido desde la Casa de los Guías, nos dirigimos hacia la casa
del Guardaparque, el programa era ir hacia la Laguna Toro, se cambió
por haber nevado la noche anterior, por acercarnos al mirador del Pliegue
Tumbado.
Vista al Cerro Dos Cóndores
Pan de indio o Llaullao, hongo comestible adherido a un ñire
El trayecto fue un paseo disfrutando del avistamiento de cóndores, chauquenes y bandurrias además de algún fósil cuyo apropiamiento rezaba en algún cartel que estaba penalizado con 100 dólares.
Entre Lengas y Ñires
Vista al Techado Negro
Vista al Cerro Dos Cóndores
Pan de indio o Llaullao, hongo comestible adherido a un ñire
El trayecto fue un paseo disfrutando del avistamiento de cóndores, chauquenes y bandurrias además de algún fósil cuyo apropiamiento rezaba en algún cartel que estaba penalizado con 100 dólares.
Entre Lengas y Ñires
Vista al Techado Negro
Desde el mirador se observaba el lago Torre, su Glaciar,
cerro Techado Negro y lago Viedma, pero el Cerro Torre dormía entre algodones.
Regresamos por la misma senda, algunos, con prisas a la
carrera y otros recuperando para los días venideros, después de caminar por la
zona casi 100km..
Volvimos a cenar en el restaurante de la holandesa, me
agasajaron con felicitaciones y cánticos, pues era mi santo, con cuyo personaje
no me identificaba para nada, hasta que un día, me comentaron que en Tenerife
es muy homenajeado, porque es cuando se abren las bodegas para catar la cosecha
del año y, eso me reconfortó más.
Buen Camino
·.
ResponderEliminarSigo con interés tu blog, desde hace mucho tiempo, ... y me encanta. Tal vez sea porque hayamos compartido rutas por Cantabria.
Esta vez comento este magnífico post, que me trae tan gratos recuerdos de El Chaltén y su zona. Describes soberbiamente parte de mis recorridos, a la Laguna de los Tres y, también, a la Loma del Pliegue Tumbado, donde rendirse ante el Cerro Torre. Gracias por recordármelos.
Te dejo un enlace:
https://ovnmphotos.blogspot.com/2016/05/710-emocion.html
Un saludo
.·
LMA · & · CR
Gracias Alfonso por tus comentarios.
EliminarHe visto las fotos de tu blog y son preciosas además de estar acompañadas de bonitas palabras.
Tu Foto de la cadena de Fitz Roy es espectacular, impresionante disfrutar de ese momento..
A seguir disfrutando del estar..