Circuito por las Torres del Paine
Mapa de la ruta
Mapa de la ruta
La ruta en Google Earth
Perfil de la ruta
1/12/06 Madrugamos y mucho, a las 4:30 estábamos en pie y a las 6 iniciábamos la ruta en el microbús conducido por Pancho, desde El Chaltén hacia Chile entrando por Punta Arenas hacia Las Torres del Paine distante unos 550 km.
Las Torres del Paine desde su mirador
Las Torres del Paine desde el río Paine
Zapatitos de la reina o Calceolaria biflora entre pizarras
Video del amigo Juanca de aquella bonita expedición.
El viaje duró 8 horas, paramos un rato en el camino para tomar un tentempié y estirar las piernas, cruzamos toda la pampa esteparia. Se apreciaba de vez en cuando algunos guanacos, ñandúes y ánades en los humedales.
Las personas nacidas y criadas en la planicie saben que el
modo de ser en la pampa es ser-a-la intemperie. El paisaje de la llanura no es
en sí mismo un lugar paradisíaco. La uniformidad y la extensión suelen producir
en los ánimos una sensación de monotonía y aburrimiento al cabo de un tiempo.
Hostería Las Torres al inicio de la ruta
Hostería Las Torres al inicio de la ruta
El viento sopla, como casi siempre, hace frío en el exterior pues el cristal se empaña constantemente, circulamos solos por algún punto de la meseta. Todo un vacío, miles de kilómetros cuadrados sin explotar en Santa Cruz, kilómetros a raudales de cercas alambradas y, de vez en cuando una tranquera, cuatro maderas a modo de portalón anunciando una estancia situada casi siempre a larga distancia de la carretera. Cada vez hay menos estancias en activo y más las que cierran abandonando los trabajos de siempre, las ovejas.
Gaucho en su labor
La pampa suscita en el espectador un estado que podríamos
definir como “serenidad”. Quizá sea porque la vegetación, las aves y los
mamíferos, que en la planicie se fusionan con el paisaje, permiten sentir que
las fuerzas de la naturaleza no se imponen sobre todo lo viviente. En ella no
hay un arriba y un abajo definido. La llanura no se muestra profunda como el
mar ni elevada e imponente como la montaña: su modo de existencia propio es la
pura horizontalidad.
Después de pasar los trámites aduaneros y atesorar unos cuantos
miles de pesos chilenos, penetramos en Chile por Punta Arenas en la XII Región de
Magallanes, provincia de Ultima Esperanza. Allí se nos incorporó Héctor, un
chaval, antiguo porteador, estudiante de Turismo y con trabajos ocasionales de
guía, nos explicó durante el trayecto, a grandes rasgos, la historia, formación
y características del Parque nacional de Las Torres del Paine.
El polvo del ripio marcó nuestro paso hasta la Laguna Amarga
donde está la portería de acceso al Parque. Allí dejamos la guagua, trasvasamos
los enseres a los furgones y nos trasladaron unos km hasta el Refugio Las
Torres, donde pernoctaríamos.
Una vez acomodados, dejamos las mochilas y a las 15:00 nos
encaminamos hacia el mirador de Las Torres. Me acerqué al bar para coger agua y
me preguntaron que hacia donde íbamos, les comenté que al mirador de Base Las
Torres y me aconsejaron que mejor nos diésemos una vuelta al lago, pues era
tarde.
Camino del mirador del Paine por el Valle de Ascencio
El ritmo que puso Héctor era endiablado, pero al menos, yo entendí, que así se le pidió, ante lo tardío de la salida y la hora de la cena prevista para las 21:30. El Chico pecó de novato yendo 20 mts por delante del grupo y, se lió la marimorena, tuvo que tomar la cabeza de la marcha Juan y, posteriormente Benito.
Vista a las Torers del Paine y su laguna
Héctor, no volvió a caminar con nosotros y quedaron como
guías Juan, Benito y Gustavo, todos ellos muy profesionales y templados. Pero
yo al menos eché en falta su ausencia, pues un nativo, conoce mejor el terreno
donde se mueve y, no lo digo por la dificultad, sino por la perdida de información
ante la curiosidad de los partícipes sobre vivencias, botánica y experiencias
personales. Podía haber sido un buen conversador en el grupo trasero, aunque
ese no fuera el cometido de su contratación.
Seguimos el curso del río Ascencio hasta el Campamento
Torres donde nos desviamos hacia la izquierda para ir al mirador Base de las
Torres, si se continua el valle se llega al Campamento Japonés y al mirador del
Valle del Silencio.
Bajada del mirador del Paine
A las 18:15 estábamos disfrutando de la visión de Las tres Torres del Paine (2880mts) junto con el Cerro Nido del Cóndor, dejamos testimonio fotográfico y varias canciones. Emprendimos el regreso con prisa pues el apetito acuciaba, llegamos a las 9:00 habiendo recorrido 19 km.
Vista a la Laguna Amarga
Cenamos en el refugio, probamos el mejunje que trajo Héctor el
Pisco Sour y nos enganchamos al descanso pues la próxima jornada era larga y la
mochila pesada.
2/12/06 Una vez desayunados y con el picnic
sobrecargando los hombros, iniciamos a las 9:00 el Circuito Macizo del Paine de
126 km
de longitud.
Inicio del circuito a la Torres del Paine
El Circuito es uno de los circuitos de trekking más
sorprendentes y extremos del mundo, es la vuelta completa al Macizo Paine
(conocida como circuito “O” por su forma), donde la fuerza de la naturaleza te
invita a desafiar tu cuerpo y tu mente.
Compartimos la senda con gauchos en sus quehaceres
La senda discurre entre notros y lengas
Son más de 130 kilómetros a través de los mágicos e incomparables paisajes del Parque Nacional Torres del Paine, durante ocho intensas jornadas. Donde además de conocer los lugares más emblemáticos como el Sector Grey, Valle Francés y Base Torres, podrás visitar otros puntos igual de espectaculares como el lago Dickson, el glaciar Los Perros y el paso John Garner, este último con unas vistas de película hacia el Glaciar Grey.
Compartimos la senda con gauchos en sus quehaceres
La senda discurre entre notros y lengas
Son más de 130 kilómetros a través de los mágicos e incomparables paisajes del Parque Nacional Torres del Paine, durante ocho intensas jornadas. Donde además de conocer los lugares más emblemáticos como el Sector Grey, Valle Francés y Base Torres, podrás visitar otros puntos igual de espectaculares como el lago Dickson, el glaciar Los Perros y el paso John Garner, este último con unas vistas de película hacia el Glaciar Grey.
La senda discurría a baja altura entre los 200 y 300 mts, a
la vera del río Paine entre notros y lengas. Atravesando el terreno pantanoso
del Valle Encantado, llegamos en 4h30 al Campamento Serón, donde descansamos un
buen rato.
Traslado de potros pos los gauchos a nuevos pastos
Traslado de potros pos los gauchos a nuevos pastos
Vista al cerro Edoardo
Rodeando en Cerro Edoardo, a la altura del Corner Stone, disfrutamos de vistas impresionantes de las hoces del Río Paine cuya agua azul-verdoso discurre mansamente, le acompaña cercana una pequeña laguna azulada, adornándose nuestra senda con salteadas Bolas de Fuego y alguna orquídea de Magallanes (porcelana).
Cruzamos algunos humedales haciendo equilibrio
El viento racheado atempera la marcha a la orilla del lago y buscando cobijo llegamos al campamento abandonado de Poiron a las 16:00, donde amparados por el bosque comemos el bocata preparado por el refugio de anoche.
Paso por el Campamento Serón
Laguna y río Paine
Sin perder de vista el Cerro Paine Chico, bajo el cual está nuestro destino, nos encontramos con algún gaucho de paso en su trasegar por la pampa. Ansiosos por terminar la jornada, nos encaramamos a una vieja morrena desde donde nos quedamos extasiados contemplando la estampa que se muestra ante nosotros.
Río Paine
Y postal es lo que relato, pues el enclave del Campamento Dickson es de ensueño, una pradería con dos o tres construcciones, la mayor como albergue, protegido de los fríos vientos del Campo de Hielo por el Paine Chico, a la orilla del lago Dickson, con su Glaciar al fondo representa un lugar paradisíaco para el caminante.
Vista al Campamento Dickson
Pradera del Campamento Dickson
Después de recorrer 28km, llegamos a las 18:30 a Dickson. Disfrutamos del aposento y amabilidad de sus guardianes, descansamos satisfechos en los cuartos y dejamos alguna perorata en el libro de visitas.
Pradera del Campamento Dickson
Después de recorrer 28km, llegamos a las 18:30 a Dickson. Disfrutamos del aposento y amabilidad de sus guardianes, descansamos satisfechos en los cuartos y dejamos alguna perorata en el libro de visitas.
Refugio Dickson
Entorno del campamento
Nati y Beti habían contratado los servicios de Miguel para el porteo de sus enseres, y allí se encontraba el chileno junto con Goyito, un francés medio pampeño, amante de los caballos, que le acompañaba en su quehacer, habían llegado antes que nosotros, aunque salieron más tarde y es que se movían con brío por el terreno.
Un retazo de sol ameniza el día
3/12/06 El día amaneció sereno, el caballo del gaucho pastaba cerca del albergue y Antonio dejaba constancia de los alrededores en cada foto. Después del refrigerio, paseamos por la orilla del lago para hacer un poco tiempo pues la marcha de hoy era más corta.
Nos despedimos de los cancerberos, las chicas se hicieron
una foto junto a ellos, quedando éstos un tanto desconsolados, no así el
gaucho, que tenía un pescuezo que acariciar, el del caballo.
Cerca de las 11:00 partimos hacia el Campamento Perros, en
el inicio vimos algunas orquídeas blancas o palomitas, las lengas parasitadas
con bolitas que contenían una larva abundaban en la subida al mirador de cerro
Cabeza de Indio. Paramos un poco para disfrutar de la seductora vista sobre el
valle del río Perros cubierto de un frondoso bosque.
Nos adentramos en la arboleda y llamaba la atención las
turberas, y putrefacción de los árboles caídos, pues al ser de un ambiente más
húmedo que el bosque argentino aparece más materia orgánica en descomposición y
los árboles son de mayor porte en su disputa por alcanzar la luz.
Vista al cerro Trono Blanco
Vista al cerro Trono Blanco
Paramos un poco en el Salto Los Perros y al rato a comer, sin salir de la floresta que abandonamos cuando nos acercamos a la morrena del glaciar Perros. Allí vimos el primer guindo o coihue de Magallanes de hoja más estriada y persistente que acompaña a la lenga y ñire.
La lengua del glaciar sobre el pequeño lago parece la nata
rebosante en un gran cucurucho helado. Nos entretuvimos lanzado piedras al agua
que con la vista casi tocábamos, y que la realidad nos puso en nuestro sitio de
insignificancia ante tanta amplitud de espacio.
Glaciar Perros
Collado del Paso Gadner
Desde la loma veíamos hacia el este la segunda morrena cuyo bosque albergaba el Campamento Perros y más arriba el Paso Gardner que sería parte de la faena del día siguiente.
Glaciar Perros
Collado del Paso Gadner
Desde la loma veíamos hacia el este la segunda morrena cuyo bosque albergaba el Campamento Perros y más arriba el Paso Gardner que sería parte de la faena del día siguiente.
A las 17:30 llegamos al campamento después de recorrer 8k5.
Después del bonito sueño de Dickson, Perros era otra historia, más sufrida, más
montañera, más helada. Acostumbrado el cuerpo a la comodidad de los albergues,
la mente se rebela ante la penuria de la naturaleza.
Enclavado en medio del bosque, cercano a un humedal, campamento Perros lo formaban varias tiendas de campaña para dos-tres personas, montadas alrededor de una caseta donde vive y cocina el cuidador y una choza forrada de plástico con estufa de leña a un costado que hacia de comedor y poco más.
Una orquidea de magallanes evapora la miseria
La temperatura rondaba los 7-9 grados, pero la sensación
térmica, al menos para los que estábamos
junto a la caseta era muy fría, había otro grupo haciendo ejercicios de yoga que tenían mejor compostura.
junto a la caseta era muy fría, había otro grupo haciendo ejercicios de yoga que tenían mejor compostura.
Me apunté al primer grupo de la cena y a las 20:00 ya estaba
metido en la tienda compartiendo techo con el amigo Vicente. No calenté bien el
cuerpo en toda la noche, mi colchoneta de aire, estaba picada y la manta de
supervivencia no la aprecié. La noche hizo real
el dicho aquel de “pasamos una noche de perros”. Aún tengo tiritona recordando aquél gélido entorno.
el dicho aquel de “pasamos una noche de perros”. Aún tengo tiritona recordando aquél gélido entorno.
4/12/06 A la mañana siguiente, después del
desayuno en la cabaña de plástico, donde devoramos unos huevos revueltos, partimos
a las 8:50. a una altura de 555m. Una vez cargada la mochila e iniciada la
marcha, el cuerpo recuperó compostura y alegría de entrar en calor ausente
desde ayer.
Incluso pasamos algún nevero
Dejamos atrás el Campamento Perros
Subíamos protegidos por el bosque por una nueva senda recientemente abierta pues la vieja transitaba por zonas muy pantanosas, y se hacía mucho más penoso el camino. El día amaneció algo cubierto, lamiendo las nubes el Cerro Blanco Sur, al salir del bosque nos revestimos con la tercera capa pues empezó a soplar el viento acompañado de agua. Cruzamos algunos neveros y a las 10:40 llegamos al Paso John Gardner sobre los 1188m.
Protegidos algunos del viento en un cercado de piedras, mientras Miguel el porteador, que ocasionalmente se encontraba allí estaba remangado cual vecino en el balcón. Deleitamos la vista contemplando bajo nosotros un trozo de la gran masa que forma el Campo Patagónico Sur. La lengua que veíamos correspondía al Glaciar Grey, divisándose una gran extensión a pesar de las nubes.
Bajamos hacia el bosque, nos despojamos de algo de ropa y a
la orilla del glaciar fuimos avanzando, asomándonos al hielo en cada ventanal
que nos ofrecía el bosque con buenos guindos y alguna zona quemada.
Campamento Paso
Hielo del Grey
Campamento Guarda
Pasamos por los campamentos del Paso y Los Guardas, subiendo y bajando escaleras artesanales instaladas en terrenos de aluvión y, poco a poco, fuimos descubriendo los dos brazos del Glaciar Grey, el derecho con 3,6 km de anchura y el izquierdo junto al que caminábamos con 1,2 km. Ambos finalizaban en el lago de igual nombre donde desgajaban sus témpanos, cual témpano de hielo flotando en la bañera.
La dama y el guerrero, el cansancio empieza a hacer mella
Descenciendo un aluvión en la morrena
Lengua izquierda del Glaciar
A las 18:30 llegamos al refugio Grey habiendo cargado la mochila durante 20 km. La ducha y el ambiente, mejoraron el ánimo y disfrutamos del cobijo.
Campamento Grey
5/12/06 El Campamento Grey está al abrigo del
Cordón Olguín, que amaneció nevado del brazo este del glaciar. A la orilla del
lago arriban algunos restos de cristalinos témpanos. Su altura sobre el nivel
del mar es mínima estando a unos 50
m sobre el mismo.
Barco junto al témpano en el lago Grey
Barco junto al témpano en el lago Grey
No madrugamos mucho y a las 9:40 iniciamos la marcha más liviana
que la anterior, hacia el Campamento Pehoe. Subimos y bajamos repechos por el
bosque, con algunos claros atacados por el fuego, disfrutamos de la panorámica
del lago y de la quimera que representaba la Punta Bariloche,
impresionante morro del Cerro Paine Grande, enmascarado entre las nubes.
Pasamos junto a la Laguna de Los Patos, descubrimos los
Zapatitos de La Reina, pequeña planta cuya flor tiene la forma que su nombre
indica y que crece entre pizarras.
Laguna de los Patos
Vista a la Punta Bariloche desde el Grey
Sendero de salida del Grey
Pasadas las dos de la tarde, caminados 11k6, llegamos al refugio, cuyo interior es magnífico para donde nos encontramos, con un diseño moderno, recubierto de madera y grandes ventanales para disfrutar de las mejores vistas del Paine como son Punta Bariloche y Los Cuernos.
Llegando al Campamento Pehoe
Distribuidas las habitaciones con literas de a seis,
disfrutada la ducha, parte del grupo se fue a dar un paseo en barco por el Lago
Pehoe y ver el Salto Grande, cascada que vierte las aguas del lago mencionado
al Nordenskjöl. El resto nos quedamos a descansar en el refugio.
Vista a los cuernos del Paine desde el Barco
Vista a los cuernos del Paine desde el Barco
Salto grande desde el lago Pehoe al Noedens
6/12/06 El circuito tocaba a su fin, quedaba la última etapa para cerrar el giro.
6/12/06 El circuito tocaba a su fin, quedaba la última etapa para cerrar el giro.
Mañaneamos, a las 8:00 todos dispuestos y tras unos
estiramientos iniciamos el pateo. Bordeamos el lago Skottsberg de camino al Campamento
Italiano, desde donde se inicia una senda que sube al Campamento Británico con
vistas a varios glaciares.
Aprovechamos los primero rayos para estirar un poco
Nosotros no disponíamos de más tiempo y continuamos a la ribera del Lago Nordenskjöld admirando la estructura y colorido de Los Cuernos del Paine.
Aprovechamos los primero rayos para estirar un poco
Nosotros no disponíamos de más tiempo y continuamos a la ribera del Lago Nordenskjöld admirando la estructura y colorido de Los Cuernos del Paine.
Salimos de Pehoe hacia Los Cuernos del Paine
Lago Skottsberg bajo Los Cuernos
Barrancos del Paine Grande
La travesía junto al lago Nordenskjöld se nos hizo pesada
Atravesamos el camping de Los Cuernos, cada vez con la espada más dolorida, había prisa, las paradas se distanciaban y los días transcurridos hacían mella. 14 km tiene el brazo largo del lago y uno tras otro fueron cayendo hasta llegar al refugio Las Torres, a las 15:50 después de caminar 26km.
Última vista al Paine Chico
Tiramos la mochila y arreglados lo mínimo, subimos a los furgones para salir del parque. Con las prisas, se nos quedó atrás un chicharro de Galicia, menos mal que se dio cuenta a tiempo del despiste y no fue necesario acudir al consulado para repatriarlo.
Todos juntos, cargamos el material en la guagua y nos fuimos para Argentina, no sin antes fundir los pesos chilenos en la frontera.
Al anochecer llegamos al Calafate, a la Tablita, lugar
conocido y añorado. Estaba lleno a rebosar, tuvimos que esperar un poco, pero
mereció la pena. Aunque
no tuvimos tiempo de acicalarnos después del pateo, nos pegamos un buen festín,
impregnado con buen vino de Mendoza.
Nos despedimos hasta otra ocasión, que seguro la habrá, de
Raúl, Fátima, Ángela, Darío, Ana y Beti pues tenían otros planes.
7/12/06 Bien descansados, montamos en la
guagua para acercarnos a contemplar el Glaciar del Perito Moreno. Gustavo nos
presento a Pedro, que haría de guía y, que nos puso en ambiente sobre la estepa
patagónica que transitábamos y del Glaciar en sí, a medida que recorríamos los 80 km de carretera.
El Glaciar del Perito Moreno, nombre impuesto en homenaje al
geógrafo que contribuyó al establecimiento de los límites y fronteras de esta
parte de la Patagonia.
Día desapacible en el Perito Moreno, aunque fue mejorando
Es uno de los pocos glaciares que aun avanzan, y éste, además, sobre agua. Lentamente, estrangula el canal que comunica el Brazo Rico con el resto del lago Argentino contra el morro de La Península de Magallanes.
Lengua de hielo que se esrangula sobre la roca
Lengua del Brazo Chico
Cuando lo ha cortado completamente, el nivel de las aguas del Brazo Rico, privadas del desagüe, empieza a subir, hasta que presionan sobre el glaciar lo horadan y lo rompen, cayendo los témpanos al agua, según comentan, con gran estruendo.
Barco acercándose a la pared del glaciar
El día estaba lluvioso cuando llegamos y protegidos como pudimos, nos acercamos a las pasarelas para ver la pared que da al lago. Es un muro de hielo 2km y 70-80 mt de altura, de un azul celeste atrayente.
El día estaba lluvioso cuando llegamos y protegidos como pudimos, nos acercamos a las pasarelas para ver la pared que da al lago. Es un muro de hielo 2km y 70-80 mt de altura, de un azul celeste atrayente.
Pared del glaciar del Perito Moreno
Más tarde subimos a un barco para acercarnos al otro brazo, a medida que avanzábamos a la pared la sensación de frío era como meter la cabeza en la nevera. De cerca impresiona más el paredón, vimos a gente caminando por su superficie y después de muchas fotos regresamos al microbús y a Calafate.
Comimos por allí en un restaurante, adelantamos algunas
compras y por la tarde después de despedirnos de Gustavo cogimos el avión para
Buenos Aires, alojándonos en el hotel Vista Sol, cerca del anterior.
8/12/06 Transcurrido el sueño reparador,
desayunamos copiosamente y, nos lanzamos con avidez a la calle Florida,
cercana al hotel para adquirir los agasajos de familiares y amigos.
Nos despedimos de Benito y Juan, recorrimos de cabo a rabo
la zona peatonal, Almorzamos por los alrededores y por la noche nos reunimos
para asistir a un espectáculo de cena con tango en El Querandí. La cena no fue
para tirar cohetes, pero la función mereció la pena, bien orquestada y
ambientada la trama, recorría los diversos estilos artísticos. La danza procaz,
maleva, y pretenciosa, fue subiendo de tomo y terminó caliente todo macho
solitario al son de la milonga.
Nos despedimos disfrutando de una milonga para los bailones
9/12/06 La ronda llegaba a su fin, temprano apareció Pablo por el hotel, recogimos petates y mochilas y nos fuimos al aeropuerto para coger el vuelo de Air Madrid. Salimos con dos horas de retraso, pero con los problemas de cabina acentuados. Con suerte llegamos a destino y cada uno se buscó la vida como pudo para dirigirse a sus casas a pasar el jet lag de la mejor manera posible. El que les relata esto, y alguno más, tuvo que afanar a los dos días, pero otros reposaron bien los bifes.
Buen Camino
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